El terremoto de 1970. Lecciones no aprendidas
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2021Metadatos
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Hace 50 años, el domingo 31 de mayo de 1970, a las tres de la tarde
y veintitrés minutos, ocurrió el terremoto y aluvión de Áncash. Este
desastre natural se le conoce como el terremoto del 70 y su magnitud 7.9
MW en la escala Magnitud Momento se sintió en toda la costa y sierra de
este departamento, así como en las demás regiones del norte. Luego, el
aluvión sepultó a la ciudad de Yungay y Ranrahirca.
De acuerdo con los archivos, el doble impacto determinó que este sismo sea
el más destructivo de la historia del Perú. No solo se cuenta la magnitud,
sino también la cantidad de pérdidas humanas que se registraron en la
región ancashina. Además, la extensión de la fuerza sísmica causó daños
colaterales a algunas provincias del departamento de Huánuco, de Lima
(zona norte) y La Libertad (vea figura 4).
Nací en Chimbote. Tenía 11 años cuando ocurrió este fenómeno
natural. Si bien fue dura y triste, dicha tragedia me dejó una gran
lección y muchas enseñanzas, las cuales he tratado de aplicarlas en el
desarrollo de mis actividades que se relacionan con la gestión de riesgo,
la prevención de desastres y la atención de emergencias. Mis experiencias
las trato de compartir con mis alumnos, colegas e interesados. Por ello,
tengo la oportunidad de contarlas con la finalidad de que este suceso
sea recordado por las generaciones que lo vivieron y para que los jóvenes
reflexionen sobre este importante hecho, a fin de que los prepare para el
futuro y, sobre todo, ante un hecho similar.
La decisión de escribir este libro se originó luego de una serie de entrevistas que brindé en Chimbote a la prensa escrita, radial y televisiva por
encargo de la Ing. Erika Mozo, coordinadora de la escuela de Ingeniería
Civil de la Universidad César Vallejo el 30 de mayo de 2019. Estas reuniones tuvieron la intención de abordar los sismos y, en especial, los
últimos eventos sísmicos que estaban ocurriendo en el país. Se mencionó
lo ocurrido en la localidad de Lagunas, Loreto, el 26 de mayo del año en
mención, los movimientos telúricos recientes en el mundo y, por supuesto, el sismo de 1970.
En abril de ese año, inicié mis actividades docentes en dicha Universidad
para dictar los cursos de Mecánica de Suelos y Tecnología del Concreto y
de los Materiales. Fue muy emocionante participar de diversas entrevistas
y brindar declaraciones sobre sismos, tsunamis y lo que asoló a Chimbote,
parte de Ancash y otras regiones aquel 31 de mayo de 1970. En realidad,
las experiencias permiten transmitir vivencias con conocimiento de causa
y autoridad.
La razón principal de este libro no es contar lo que pasó ese día desde
un punto de vista personal, sino describir lo que sigue sucediendo en
nuestra ciudad: el continuo olvido de lo que ocurrió, se planificó y, por
un momento, se respetó. Estas lecciones se han olvidado y no se aplican,
de allí, la decisión de agregar al título “lecciones no aprendidas”. Espero contribuir con la formación de los jóvenes que no han vivido esta
experiencia y con los que no tienen la información de lo sucedido, así
como los peligros que se ciernen sobre nuestra ciudad, especialmente los
sismos y tsunamis.
Como he señalado líneas arriba, trato de que mis alumnos reflexionen al
respecto. Existen muchas diligencias que no son correctas y que se deben
corregir. No obstante, también se necesita el apoyo de los profesionales
tanto de la ingeniería civil como la arquitectura, ingeniería ambiental,
medicina, enfermería, sociología, etc., quienes deberían trabajar con la
población de una manera más cercana. Si bien se observa un distanciamiento entre la universidad, la población y las autoridades, con excepción de algunos acercamientos puntuales y con otros fines, la meta es conseguir que se trabaje de forma conjunta. De esa manera, las nuevas
generaciones conocerán la historia referente a este evento, así podrán
analizar lo que pasó y prepararse para afrontar una situación similar, ya
que podría volver a pasar en cualquier momento.
Al poco tiempo del siniestro, la Junta Militar que gobernaba nuestro
país estableció la Comisión para la Reconstrucción y Rehabilitación de
la Zona Afectada (Cryrza). Con los lineamientos de esta comisión, se hicieron trabajos de rehabilitación: se repararon las viviendas, se alinearon
las calles, se reconstruyeron pistas y veredas, se limpiaron los escombros,
se repararon carreteras, se otorgaron módulos de vivienda (con materiales de madera con techo tipo Eternit), se repararon escuelas, colegios,
institutos y hospitales que fueron afectados por el sismo, entre otras acciones. Asimismo, se realizó el estudio de microzonificación sísmica de
Chimbote.
Recientemente se han realizado otros estudios. Entre ellos está el Plan de
Desarrollo Urbano de la Ciudad de Chimbote (2012-2022), realizado por
la Municipalidad Provincial de Santa el 2012, con el apoyo del Ministerio
de Vivienda, Construcción y Saneamiento. Además, se encuentra el estudio de Zonificación Sísmica - Geotécnica de la ciudad de Nuevo Chimbote, realizado por el Instituto Geofísico del Perú (2014). Sin embargo,
el primero de ellos no se completó de manera eficiente ni se publicaron
los detalles a la población. Hizo falta sociabilizar a la población mediante
fórums, talleres, simposios y buscar el apoyo de las universidades. Para
superar dicho desconocimiento, se necesita ir a las comunidades y explicarles sobre los resultados directa y didácticamente.
En 2020 se cumplieron 50 años del trágico acontecimiento. Lo más
probable es que se hagan simulacros y se conmemore esta fecha, pero
considero importante plantear programas y acciones concretas que
coadyuven a solucionar y estar preparados ante un desastre natural. Por
ello, al finalizar este libro se plantean acciones a realizar a corto, mediano
y largo plazo. Su ejecución contribuirá a disminuir la alta vulnerabilidad
de Chimbote ante sismos y tsunamis.
Quiero recalcar que es importante que las actuales generaciones conozcan y concienticen sobre este acontecimiento que hemos vivido y que
esperamos no vuelva a suceder. Y si un desastre de tal magnitud vuelve a
repetirse, debemos de realizar todos los esfuerzos de prevención para que
sus efectos no sean perjudiciales.
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