Representación electoral en la democracia participativa peruana, distrito de San Juan de Lurigancho, 2014 - 2015
Fecha
2015Metadatos
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En el ámbito de la representación dependiendo de la naturaleza del sistema electoral que se
escoja, repercutirá en la calidad de la representación, por ende cualquiera que sea el sistema
escogido, debe fortalecerse mediante instrumentos que permitan la adecuada y consistente
relación entre representante y representado. En este sentido, que sea por la vía de representación
proporcional o de voto preferencial, con lista cerrada o con escogencia múltiple, con distritos
uninominales o plurinominales, que se permita la presentación de candidatos independientes o
sólo por la vía de partidos políticos, etc., son discusiones importantes para la gobernabilidad de un
país; así pues tenemos que tener todo esto presente antes de abordar el concepto de democracia
participativa.
Pero, la noción de sistema electoral como procedimiento de conversión de votos en cargos, es
decir, la transferencia de poder de la sociedad a sus representantes, nos plantea una delimitación
funcional del problema de la modernización de los sistemas electorales. Por un lado, si bien es
cierto que la cuestión democrática pasa por la construcción de sistemas electorales eficientes y
creíbles, no hay duda de que es una condición necesaria pero insuficiente desde la perspectiva de
la legitimidad de la democracia. Es decir, se requieren elementos adicionales, que tienen que ver
con la calidad de la democracia, con la construcción de prácticas y valores de la cultura
democrática, como condición de principio para introducir mayores niveles de certeza en cuanto a
su sostenibilidad.
Pero, aunque insuficiente, la calidad de los sistemas electorales es central en el actual momento
de desarrollo democrático en la región y en el Perú, básicamente por cuanto es un factor
determinante para moldear el tipo de sistema político.
El marcado alejamiento de los representantes, una vez electos en sus cargos, de su relación de
interdependencia con su comunidad, está dado por varias razones, siendo tal vez la más
importante, la forma en que estos son electos.
El ciudadano vota por una y otra lista, usualmente conoce a muy pocos de los candidatos
ofertados por los partidos políticos y grupos independientes. En ello radica que un acto central de
la democracia, en donde el ciudadano le da su consentimiento a otro para que lo represente, se
transforme en una delegación de hecho de su poder político.
La democracia participativa, a diferencia de la democracia electoral, implica la participación
cotidiana del ciudadano en las decisiones y en la ejecución de esas decisiones que atañen a su vida
local. Si en la democracia electoral el ciudadano deposita su capacidad de decisión en los
gobernantes a través de su voto cada cinco años, en la democracia participativa el ciudadano
conserva y ejerce cotidianamente su capacidad de decisión.
En la democracia electoral el ciudadano reconoce al Estado y al gobierno como una entidad
separada de él, como la forma de organización política que existe con anterioridad al nacimiento
de cualquier ciudadano y que existirá después de su muerte. En la democracia participativa, por el
contrario, el propio ciudadano es el Estado en acción, es capacidad de decisión en ejercicio,
soberanía popular, gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
La democracia participativa convierte la diferencia entre Estado y sociedad en una identidad. En la
medida en que la sociedad participa más, su identidad con el Estado es más intensa. Por ello
verificaremos a través del presente estudio si la democracia participativa se ha convertido en un
reclamo creciente de la sociedad en el proceso de toma de decisiones, especialmente en aquello
que afecta la vida diaria del ciudadano para mejorar las condiciones materiales y culturales de la
familia y de la comunidad.
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